top of page

La orquídea

El poema del viaje que realiza una orquídea y su relevancia para nuestro viaje en busca de Cristo.

No recuerdo mis piernas de este lugar

Mi esperanza se marchita. Mi buena confianza perdiendo su gracia.

Pero espera un segundo, escucho un susurro que se sale de lugar

Promete dejar que la luz algún día toque mi rostro oculto.

"Déjame salir", digo, y grito y grito.

Nadie más que el tiempo me habla con su suave brisa,

"Sólo yo puedo dar vida a tu melodioso sueño".

Me siento en mi silla dejando crecer más piernas,

Oscuridad enterró su cabeza aquí y me dio a luz no tan fuerte.

¡Pero espera, siento que viene un cambio! Oh, sí, ahí está:

Estoy extendiendo el camino hacia mi felicidad sin fin.

El tiempo fue un amigo que nunca me dio un beso

Pero prometí un pasado que ya no recordaría.

Estoy llegando más alto, sintiéndome guiado por el espíritu

Estoy en verde, estoy en hojas. Puedo ver, puedo oírlo.

Mi futuro ha llegado y el capullo va a florecer.

Ya no soy una semilla que se queda quieta y se encoge.

He sido llamado a nacer, a ser nombrado y admirado,

Tener color y resplandor, ser más que mi hora.

Un pétalo está desabrochado y otro, ¡aquí viene!

Mis ojos se han abierto: el mundo ahora habla en lenguas.

Mi color es blanco y mis venas son de rosa

El mundo siempre tan hermoso: vestido al detalle, con tinta.

¿Quién es este hombre que me cuida tanto?

¿Quién es aquel cuyo corazón vino hace mucho tiempo?

Su mano fue la que me ayudó a crecer

Su amor el pintor siempre pulido de mi alma.

bottom of page